Carta de despedida
Queridos padrinos, madrinas, amigos y amigas de Inharrime:
Hace ya mucho tiempo que mi silencio ha sido mi única forma de comunicación con todos vosotros y vosotras. Sí, ha sido a través del silencio hecho oración con el que me he comunicado con cada padrino, madrina, amigo y amiga enviándoos mi abrazo amigo.
A lo largo del año y al mirar atrás, hice una lectura de todo aquello que juntos hemos realizado en este rinconcito de Inharrime. De mi corazón brotó un himno de acción de gracias, por el bien, por la bondad, por el amor que juntos fuimos sembrando, en favor de los que más necesitaban vida y alegría.
Para todos vosotros y vosotras va mi gratitud sin límites y la certeza de que donde yo esté allí estaréis, ya que habitáis mi corazón.
Algunas noticias:
El Centro está muy bonito. Fue pintado y rehabilitado, con la ayuda de la Cooperación Portuguesa a quien manifiesto mi más profunda gratitud.
Las sesenta y ocho niñas huérfanas que frecuentan la escuela primaria, secundaria y bachillerato, han aprobado y pasado de curso.
Las seis chicas que terminaron el bachillerato, están orientadas para la Universidad Pedagógica y de Medicina. Las que terminaron la escuela secundaria y que ya tienen dieciséis años se orientan hacia el grado de formación profesional de magisterio y enfermería. Todas ellas expresan su más sincero agradecimiento.
Los ahijados/as y externos/as son más de setecientos y continúan beneficiándose de vuestra ayuda, creciendo tanto a nivel humano como académico. Las familias se sienten afortunadas de tener padrinos y madrinas que les ayudan a tener una seguridad alimentaria y material escolar.
Estoy feliz por saber que este año se va a iniciar, con vuestra contribución, el proyecto de pan para todos, esperando que en las escuelas del Gobierno, las más pobres que encontramos, los alumnos intensifiquen la asiduidad a las aulas, mejorando su nivel académico. Fue eso lo que se verificó en la Escuela Laura Vicuña. El bocadillo diario ha tenido un gran impacto en los resultados académicos.
Queridos amigos y amigas, llegó la hora de que deje Inharrime. Después de quince años construyendo ambientes físicos y especialmente formando personas, voy a dejar este rinconcito para ir a hacer el bien a otro lugar. En esta ocasión será en la ciudad de Moatize, provincia de Tete.
Me dirigiré hacia Moatize el día 17 de febrero. El Centro Laura Vicuña queda en buenas manos. Las hermanas y la comunidad educativa están por dentro de las acciones que se han ido realizando y continuaran llevando hacia delante todos los proyectos que a lo largo del tiempo fuimos construyendo. El Centro Laura Vicuña continuará siendo vuestra casa. La comunicación con vuestros ahijados y ahijadas no sufrirá ninguna alteración. La vida, con o sin Lucilia, continuará teniendo la calidad que nuestras niñas merecen.
Los voluntarios y voluntarias, continuaran siendo el “brazo largo” de la comunidad religiosa, para que las niñas continúen creciendo como personas, como profesionales y como ciudadanas.
Queridos amigos y amigas, siempre que el pobre toque a mi puerta y su grito exceda mi posibilidad de respuesta, continuaré prestándole mi mano para que ella llegue hasta vosotros y vosotras con la certeza de que será atendida.
Aceptar mi brazo amigo.
Siempre seré vuestra Hermana Lucilia independientemente del lugar donde pueda vivir.